sábado, 14 de mayo de 2016

La Guerra de las Ventanas

No sé quien comenzó esta guerra, es el  primer año que sucede algo así, antes parecía que no nos


importaba. La primera semana de noviembre, alguien decoró su ventana hermosamente con detalles navideños, luego otra casa más, después otra y así, cada día una ventana más linda que la anterior, más iluminada, con más animalitos, con hermosos y más barbudos pascueros, pinitos, angelitos iluminados, cortinitas de colores navideños, etc.

Bueno, les contaré que en la villa donde resido, que queda en la ciudad de Puerto Montt, las casas son iguales, -quizás a tí te pasa lo mismo- cada vecino ha tratado de ponerle sus toques personales a la fachada, pero la vitrina de lo cotidiano que es nuestra ventana del living, sigue siendo igual en todas: fea, insípida, cuadrada, vacía. Si apenas para fiestas patrias nos preocupábamos de cambiarla casi nada con la bandera chilena colgada de igual manera todos, bastante fome por lo demás y ningún desafío a la estética, sólo cumpliendo con la norma.
Pero en estos días nos hemos contagiado con ésto de la "ventana navideña". Yo me contuve por muchos días, pero ya este fin de semana el desafío pudo más y decidí entrar en competencia. Fui al hiper-mercado y compré luces y todo lo necesario para dejar maravillosa mi ventana.
Pegué, despegué, colgué y descolgué; viejos pscueros, peluchitos, árboles de Pascua, angelitos, luces y lucecitas, de colores, vitrales, cintitas, cajitas de regalo, etc. -por supuesto todo ésto de noche y con luces apagadas, para que los vecinos no vieran nada- y/o no se enteraran hasta el días siguiente que yo también entraba en guerra.
Cuando creí que ya estaba bella, salí -también oculta por las sombras- a mirar desde afuera... ¡¡¡NO!! -me dije- ¡¡¡se ve horrible, no me gusta, parece una feria con montaña rusa y todo!!!, mucha luz, mucho color mucho mono colgando, mucha cortinita y cinta...
¿Qué pasó con mi supuesta experiencia en feng shui, todos los libros leídos, el equilibrio de los elementos, qué sucedió con todas las revistas de decoración que he engullido y en qué parte de mi cerebro se alojó mi lectura sábado-matutina de la valiosa y nunca bien ponderada "vivienda y decoración"?
Saqué todo, y decidí estudiar un poco la situación antes de hacer el ridículo:
1. No puede ser que la vecina del frente tenga una ventana más linda que la mía, cómo es posible, ¿a caso ella se leyó todos los libros que yo?
2. Por ahora no me hablen del Espíritu Navideño, por favor, esto se trata de una guerra, la guerra de la decoración.
Bueno, al día siguiente fui a casa de mis padres y asalté el subterráneo. Mamá aún no saca nada de Navidad... faltan tan pocos días y no se preocupa por nada, tan relajada, si dice que para qué hacer algo hasta el 24 en la tarde... Bueno es que ella tiene una maravillosa vista al mar, yo tengo al frente como 10 ventanas diferentes que me miran o que se muestran. ¿Cómo hacerle entender a ella la importancia de esto cuando jamás ha tenido una ventana que sea vista desde afuera por el vecino? ¿Quién miraría su ventana si frente a ella está el mar, el Seno del Reloncaví con sus puestas de sol?
Stop, MENOS BLA BLA Y A LA ACCIÓN.
Etapa 2 después de mucha reflexión y mucho pensar -con luz apagada por supuesto- comenzó nuevamente el arduo trabajo, de pegar, despegar, colgar, equilibrar, iluminar y oscurecer, clavar y atornillar. Creo que he logrado armar algo en la ventana... no, por favor no me pidan la foto de la ventana, acá publicaré sólo la foto ganadora.
¿Quién la elegirá?
¿Pasa lo mismo en tu villa o comuna?
¿Quién tiene la ventana más linda, tú o el vecino?

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