domingo, 15 de mayo de 2016

Esa Navidad un Regalo Inolvidable


Esa Navidad la pasaríamos en Valdivia con los parientes, era un acontecimiento esperado por todos nosotros,

pues adem
ás de regalos y rica cena con vestidos de fiesta y ropa elegante, llegaba el Viejito Pascuero verdadero con su tenida roja invernal, con su risa jo, jo, jo y a la espalda esos inmensos sacos llenos de regalos que no terminaban de entrar por la puerta. Sí, nuestro Viejo Pascuero nunca entró por la chimenea, pues con tanta cosa que traía para la enorme familia de los Quintana, García, Flores y parientes cercanos, cualquier chimenea, aunque hubiera sido mágica, no habría podido resistir tanta cajita y paquete.
Todos los años se hablaba de reducir la cantidad de regalos -antes que el viejo se enfermara de la columna-, pero una vez más, nuestras listas de pedidos enormes esperaban ser respondidas en su totalidad por el Viejo Pascuero.Como siempre, a mí no me había ido muy bien en el colegio, sobre todo en alemán y matemáticas, tampoco me había comido toda la comida, pues en esa época no me gustaba el pescado y los mariscos, por más que la mamá los disfrazaba de otras cosas como pasteles de pollo o budines de alguna carne exótica y desconocida, no había caso. Pero bueno, nadie es perfecto y todo eso ya estaba olvidado el 24 de diciembre camino a la casa de los Flores.Ese año mi sueño y mi petición especial había sido una muñeca, de esas que lloran, hacen pipí y todas esas cosas que estaban de moda. Me sentía nerviosa esperando la media noche para que llegue rapidito el Viejo Pascuero con los regalos.Como siempre, nuestra familia era bastante independiente, no alojábamos en la casa de parientes, sino que afuera... más bien en el estacionamiento, adentro de nuestra querida y bien recordada "Kaka" (camioneta a la que nuestro padre había bautizado de esa manera, pues según él eso significaba "emperatríz en japonés", cosa que hasta hoy no hemos logrado probar de manera alguna). Pero para cambiarnos y ponernos las galas adecuadas, nos tomábamos alguno de los baños de la casa de "los Flores", que eran los parientes donde por lo general se celebraba la Navidad. Luego de peinarnos -yo con los moñitos bien enrulados como resorte y Bernardo engominado como corresponde)- y de vestirnos, podíamos volver a jugar con la Ceci y la Cali, nuestras parientes favoritas y de edades similares a las nuestras. Pero eso sí, sin ensuciarse, ni correr, había que portarse bien. Por esa noche éramos unas verdaderas fotos inmóviles de nosotros mismos, en comparación con nuestros ajetreados días en Pelluco, de árbol en árbol, corriendo por el patio con los patos o escapando del Invunche.Cena de mantel largo, como siempre, todo decorado maravillosamente, lleno de pascueritos, guirnaldas, lucecitas, cada detalle de esa mesa con servilletas ad hock son recuerdos inolvidables de estas fiestas. La hora no pasaba nunca y la tía, puso para amenizar uno de sus discos de vinilo de villancicos en inglés, que tenía guardados para esta ocasión y que relucían hermosos y sin una raya."¡Todos a la mesa!" - llamaron. Bueno, y quién no tenía ganas de comerse esa exquisita cena navideña con carnecitas ricas, con ensaladas y muchos manjares sabrosos.Pero yo sólo miraba el arbolito navideño, a ver si mágicamente se llenaba de regalos. Sí, había en esa época un arbolito verdadero, suave alto y hermoso, de esos que sólo se ven en fotos y que ahora nadie tendría en sus casas porque da pena pensar en cortar un arbol o tener un pinito muriéndose de dolor lleno de chiches de vidrio de decenas de colores diferentes. Nos hemos vuelto ecológicos.Mi muñeca, deseaba tanto, tanto mi muñeca, y no pasaba la hora, y el postre, el cafecito, la sobremesa, jamás se terminaban. Ya me empezó a dar sueño, cuando a las primas más grandes nos invitaron a cantar villancicos, a los tíos se les ocurrió que hiciéramos un show y había que disfrazarse... sí, esto también era un ritual parte de esta celebración... y como siempre, yo con mi vocecita aguda, cantaba uno de los famosos villancicos aprendidos en la Deutsche Schule, cuál.... campanitas, el naranjal, Noche de Paz??? No recuerdo cuál habré cantado esa lejana noche.... mirando cada dos minutos mi reloj de monitos, a ver si alguna vez llegaban las 12 de la noche...Después de un rato, disfrazados todos los niños cantábamos, bailábamos, nos reíamos. Una de las primas más grandes, nos llamaba cada cierto tiempo para que miráramos por la ventana, que el viejito Pascuero llegaría pronto, yo miraba detenidamente. Gritaban diciendo que por allí estaba el viejito con su trineo con renos y todo eso..... pero nada de nada, por más que abría mis ojitos, por más que me los refregaba para limpiarlos, no había caso, todos lo veían menos yo... dónde ¿por la izquerda?, no por la derecha, arriba, por ahí en ese techo...Ya... ahora sí tiene que llegar, ya falta poco para las doce!!!¡Golpe fuerte en la puerta de calle!Golpe fuerte en mi corazón, ya viene, ya viene!!!Uno de los tíos abre la puerta de calle, y sí, ahí venía el Viejito Pascuero, no tan lindo como los de la TV ni tan elegante, pero quién se fijaba en eso, si venía vestido de rojo, con barba blanca y con una bolsa llena de regalos!!!Pero el ritual que venía ahora no me gustaba nada. Papá siempre me había asustado con el hombre del saco, que si no me comía la comida, me llevaría el hombre del saco, que si me portaba mal, me llevaría el hombre del saco, que si me sacaba malas notas, me llevaría el hombre del saco... ¿Se refería al Viejo Pascuero? Siempre me quedó la duda, así que a la hora de ir a saludar al viejo y darle un beso comenzaba mi dilema de acercarme o salir huyendo, pero ahí estaba mamá o papá, mirándonos con esa cara de "ya pues, acérquese al viejito, salúdelo", bueno, obligada no más a saludarlo. Me daba susto mirarlo, pero con esa barba que le tapaba hasta la nariz, con ese gorro que le tapaba hasta los ojos que estaban oscurecidos por unos lentes de sol... de noche..., era difícil ver algo más que algodón, lentes y gorro.Bolsas, bolsas, bolsas, bolsas, bolsas..... ¿cuántas bolsas traía el Viejito este año? ¿En cuál estaría mi muñeca?Pero bueno, el Viejito se fue tan rápido como dejó sus regalos, tenía mucho trabajo hacia el sur, y recién estaba en la Isla Teja... tenía que llegar hasta Punta Arenas.
Ahora venía la repartija de regalos, lo más esperado de la noche.Uno de los tíos o primos grandes que era "Ayudante de Santa" (ayudante del Viejito), leía en voz alta cada nombre anotado en cada paquete. Los regalos estaban un poco revueltos, así que a todos nos iban tocando de a poco algunas bolsitas, cajitas con cosas... El peor regalo, lo que yo odiaba era la ropa, colonias y dulces, yo quería regalos y para mí lo único que valía como regalo navideño eran los juguetes... ya llevaba 5 regalos y nada, puros "no regalos"."¡Pucha! ¿A dónde está mi muñeca? ¿No se lo habré escrito con faltas de ortografía al Viejito? ¿Habrá leído mi carta? Pero si se la dejé en el arbolito, en Pelluco, al lado de la chimenea... y desapareció, no estaba ahí estoy segura".Estos pensamientos se silenciaron en mi mente cuando escuché una risa... no, no era humana, no era de las primas, ni de nadie conocido, era la risa de una muñeca, de esas que usaban discos, de esas que hablaban, que cantaban... me di vuelta hacia donde escuchaba esa vocecita miniatura y la ví. Era ella, era mi muñeca... pero... ¿Por qué estaba en brazos de mi prima? ¿Mi muñeca, por qué estaba con otra persona si yo la había pedido?
Esperé hasta el último regalo y nada, nada que se pareciera a ella, a mi muñequita deseada.Me fui caminando con los brazos caídos donde mi madre y le pregunté: "¿Mamá, el Viejito Pascuero se olvidó de mi regalo?", "Mamá, ¿el Viejito Pascuero se equivocó y le dio mi muñeca a la Cali?"Estaba tan triste que hubiera querido llorar hasta la próxima Navidad. Lo que más deseaba no llegó, lo único que yo quería fue lo que no recibí.Cómo explicarle a una madre, que acababa de partirse por primera vez el corazón de su hija, que por todas las navidades de su vida recordaría esa en especial, aquella donde el Viejito se equivocó...Bueno, ella me hizo cariño en la cabeza y me dijo con palabras de consuelo: "En la próxima Navidad te va a traer una muñeca, no te preocupes". Y me tranquilicé, a mis 5 o 6 años, me tranquilicé y pasé una Navidad feliz segura de que el próximo año llegaría mi muñeca.
(c) Cuento Registrado en Derecho de Autor, Santiago año 1998 en un compilado, bajo el título "Cuentos de mi Infancia", prohibida su utilización sin citar autoría.

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