domingo, 15 de mayo de 2016

El Metro


El metro viajaba lento y ondulante por los oscuros túneles de la Línea Uno. El tiempo se detenía a su paso.

En el interior, éramos cientos de seres anónimos de pie sujetos a las barras o sentados mirando hacia el vacío, escondiendo nuestros ojos de los demás.

Era uno de los tantos días repetitivos en que me subí, pero ya de noche, por lo que los carros estaban bastante más vacíos de lo normal. Cargaba un bolso lleno de cosas, todo lo necesario para quedarme en cualquier parte, estaba deprimida y no quería llegar a casa. Esperé largo rato que se desocupara un asiento, el bolso empezaba a pesarme y el hombro me dolía... pero no podía soltarlo, pues lo que había adentro eran las únicas cosas que me importaban realmente, esas cosas que vamos atesorando con los años.

Me senté justo en dirección hacia donde viajábamos. Comencé a dormir despierta, con la mirada distraída en la publicidad del techo, cuando de pronto me fijé en una joven de pelo castaño, maquillada y vestida con chaqueta negra y falda corta. Ella miraba de reojo hacia el otro extremo del carro y sonreía casi maliciosamente. Observé y sus miradas iban a dar en un personaje alto, vestido desordenadamente, que llevaba una máquina de fotos al cuello y otros accesorios. Era un turista pinta de norteamericano. Él respondía a su mirada y también sonreía.

Pasó el tiempo, no sé si fueron minutos o segundos, ella bajó la mirada y se tapó la cara con las manos. ¿Hace cuánto rato que venían haciendo este jueguito?

Pensé en qué haría ella. ¿Se bajaría con él, lo saludaría, le diría chao o qué?

Pues llegó el momento, se acercaba la estación Los Leones y ella que iba sentada, se levantó y caminó justo frente a él, se afirmó del fierro donde iba sujeto y no lo miró, como que sus ojos pasaban a través de él. En eso el metro hace un movimiento brusco y ella se suelta y se afirma sobre la mano de él. La posó rápido, pero con delicadeza, él la miró directo a los ojos, ella se demoró, pero con decisión levantó la cabeza, lo miró y se acercó a hablarle al oído y lo besó en los labios. Luego le preguntó ¿Estás solito aquí? El murmuró algo con un acento extranjero... el metro lleg+o finalmente a la estación, ella sacó su mano y bajó sin mirar hacia atrás. Él como si fuera un sonámbulo la siguió rápidamente.
Ella se da vuelta y lo mira, ahí estaba... todo suyo.

El metro se perdía por el túnel y yo desperté oyendo como se silenciaba el zumbido... “¡Mi bolso!”, dije en voz alta, no lo tenía. Me di vuelta y allí estaba él, mirándome con una sonrisa... “go”, me dijo, cargando el bolso.

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