domingo, 15 de mayo de 2016

El árbol Gigante


Hace un tiempo estuvimos en una gran lucha, todos los vecinos decorando las ventanas de nuestras humildes moradas para la Navidad. ¿Quién puso más luces, chiches, peluches? Fue imposible definir, ya que todos los días aparecían colecciones nuevas en cada ventana.
Pero bueno, esos fueron otros tiempos, ya lejanos. Actualmente se nos vino un desafío mayor, esta Navidad tuvimos que batir un récord a otro nivel: Decorar el árbol pascuero.
Parece fácil, y claro, hasta la fecha había tenido sólo un árbol de plásico de 30 cm. de alto que pasaba el año decorado y guardado, esperando la próxima Navidad.
Cómo iba a suponer el quieto y monótono año pasado (árbol pasado), que este año nos cambiaríamos de casa y nos iríamos a vivir a nuestro complejo de cabañas "Ruta de Colonos" y que frente a nuestra casa habría un Árbol de Pascual gigante. O eso fue lo que nosotros vimos al llegar.
"Esta Navidad decoraremos ese árbol", me dijo Sergio en tono de desafío. Yo me emocioné, pensando que esta Navidad tendríamos una nueva aventura en nuestra historia familiar. Ya no sólo sería el living o la ventana que miraba los vecinos. Esta vez, además de las 5 ventanas de nuestro nuevo living, nos tocaba decorar nuestro árbol de 5 metros de altura y creciendo día a día, vivo plantado en el jardín y con ganas de ser un Árbol Pascuero gigante.
El desafío comenzamos a delinearlo desde que llegamos en agosto, pero ya en el mes de noviembre tuvimos que decidir si correríamos este desafío o no.
Bueno, con quiénes competiríamos este año? Con nadie, en realidad no tenemos vecinos que tengan arbolitos pascueros de estas dimensiones, por lo que se volvió en algo simplenente exhibicionista. El árbol del barrio.
Cuando viajamos a Santiago compramos chiches, luces. Al llegar de vuelta como 2 semanas después el árbol había crecido más aún. ¿Cómo llegar hasta la punta, con qué escalera, no podíamos apoyarnos en él, era frágil?
Uno, dos días sin atrevernos a comenzar, ya era 6 de diciembre, día de San Nicolás, el día en que se inauguró el árbol de New York, y nosotros aún pensando cómo comenzar.
Pero el día llegó. Pusimos primero las luces y luego los chiches, nada era suficiente para este arbolito flaco y pequeño aún -para ser pino- pero gigante para ser nuestro pino de Pascua. Hay que comprar más chiches, más luces y rositas... y nuestra decoración se topó con la inauguración de un árbol en un país asiático, luego con otro árbol europeo, y la pega no terminaba, Navidad cada día más cerca y nuestro pinito aún se veía pelado de luces y chiches.
Entre decoraciones y decoraciones llegaba el viento norte y nos volaba las cintas, había que recogerlas y ponerlas nuevamente en su lugar. La lluvia dejó los chiches azules convertidos en plateados, el sol destiñó parte de los color rojo, junto con los pájaros que insistían con picotearlos quizás pensando que eran manzanas. Aventuras del clima, cosas que no suceden al interior de una casa, todo novedoso.
Ya a una semana de la Navidad culminamos finalmente con la decoración general y para el toque final le pusimos a nuestro árbol una nueva guirnalda de luces color verde de 20 metros que iluminó su mitad oscura. Y magia!! Apareció el verdadero árbol navideño oculto hasta ese momento. ¿Quién sabe si cuando chico estuvo al interior de una casa alegrando alguna Navidad pasada? Hoy otra historia contamos nosotros, con un gran árbol.
Pero el trabajo no está completo, falta la estrella en la punta. No logramos encontrar una estrella tan grande y fuerte para resistir vientos y lluvias del sur de Chile, pero bueno, esa será otra historia el próximo año.

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